¿Usted por casualidad leyó “Los miserables”, de Víctor Hugo, ese célebre escritor francés del siglo diecinueve? ¿Vio la imagen de la niña de nueve años que tenía que recorrer durante la noche largos caminos con un enorme cubo de agua a la cabeza, so pena de ser castigada duramente por los amos de la familia Thenardier, quienes la empleaban abusivamente en todos los quehaceres domésticos? La pequeña Cossette, de apenas unos ocho o nueve años tenía que hacer todo el trabajo de la casa, al ama siempre le parecía que estaba vagabundeando por los alrededore. ¿De seguro usted no pudo leer esa tenebrosa página de la literatura universal representativa del abuso infantil extremo?
No se preocupe…La historia de hoy tiene los mismo matices, aunque los contextos geográficos e históricos no séanlos mismos.
La niña que usted ve en la foto se llama Sandra. Una de los tantos huérfanos que fueron arrojados al precipicio de la desesperación, porque el 12 de enero sus progenitores quedaron sepultados bajo los escombros. Ella jugaba en la calle con dos de sus vecinas mientras la conmoción telúrica le estremecía los cimientos del alma. En busca de protección, desesperada, corrió hacia su casa, a donde estaban sus padres; pero justo a unos pasos del dintel de la puerta principal, todo se vino abajo sin que ella pudiera comprender, de momento qué había ocurrido. Gritos desgarradores salían desde dentro y desde otros sitios de la calle, ya transformada en un manicomio. Nadie podía ayudarla a socorrer a sus padres. Ella clamaba a todos los que pasaban por la calle; pero cada quien tenía su propio problema, y nadie se ocupaba de ella. Sara se convirtió así en una huérfana. Esa palabra en el Haití de hoy tiene una fuerza adicional. Aquí significa ser hambriento, abandonado, mendigo, indigente, que en buena lid significa lo mismo.
Sara vio el cielo abierto cuando su tío le comunicó que podía venirse a vivir con ellos. Son doce en la familia, pero donde comen doce, comen trece, si el milagro de la multiplicación de los panes funciona… Pronto descubrió que no había obtenido grande mejoría pues le tocaba hacer todo el trabajo de la casa. Desde por la mañana hasta bien entrada en la noche a Sara le correspondió cargar con todas las responsabilidades domésticas de ese hogar. Exactamente el contenido del trabajo que hacen todos los restavek de esa sufrida nación.
…Sara se sintió desfallecer aquella noche. Todavía le quedaban unos pantalones por lavar. Ya había cocinado, había fregado el piso de la casa. A la niña le dolía el alma. El tío al llegar descubrió que la niña aún no había completado todo el trabajo que para la jornada él le había encomendado. De un portazo la dejó fuera de la casa. La niña anduvo casi toda la noche en busca de refugio. Mas ¿quién se lo daría? Tenía mucho miedo. Le pareció la noche más larga del mundo. Los rayos del alba la sorprendieron tendida sobre la hierba.
Ahora está con nosotros. Somos sus nuevos padres
Ah, un detalle. Esta niña de unos diez años aparentes, se gasta, nada menos que la edad de ¡dieciséis años! Son cosas de la vida.
MSC Arnoldo Civil Urgellés
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