martes, 31 de julio de 2012



  Julio agoniza. Se impone un balance de nuestros resultados académicos de nuestros estudiantes, o mejor, de nuestra labor educativa general, porque la mirada de un curso escolar debe estar enfocada desde la visión crítica de alguien que necesita conocer de golpe todo lo relacionado con este tipo de actividad a fin de poder corregir cualquier defecto en aras de subsanar errores.

Al mirar por encima del hombro el curso escolar que recién termina lo hacemos con la satisfacción de quien ha tenido una buena cosecha en su sembradío. En primer lugar nuestra organización OEIDIH alcanzó un peldaño más elevado en los afanes de perfeccionar nuestros resultados. Logramos el financiamiento a tiempo completo de un funcionario encargado del control académico de nuestros pupilos. La señora Masculan Laplante, miembro fundacional de nuestra organización, recibió la honrosa distinción de ser la inspectora académica de nuestros estudiantes. (Es bueno que usted sepa que los 30 alumnos financiados por nuestra organización estudian en diferentes centros de esta ciudad, lo cual hace difícil el establecimiento de un pronóstico rápido, debido a los elevados niveles de dispersión de los mismos). La señora Laplante, madre de 4 niños huérfanos a partir del terremoto del 12 de enero de 2010 de hecho los beneficios pagados por nuestra institución a cambio del fruto de su trabajo. El segundo logro importante que valoramos a la hora del recuento es que todos los niños que fueron a las aulas bajo las banderas de nuestra organización aprobaron, más del cincuenta por ciento con resultados sobresalientes. Es sin dudas la mejor de las cosechas, en un momento en que pretendemos elevar a niveles cimeros el coeficiente intelectual de quienes fueron empujados por la vida hacia el precipicio de la desesperación

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