miércoles, 6 de julio de 2011

La fe mueve montañas

Las Sagradas Escrituras dan muestras inequívocas de que esta herramienta espiritual es capaz de ponernos a la altura que nuestro Padre desea. Pedro caminó sobre las aguas hacia el Maestro; y si no le hubiese fallado a última hora, habría llegado a donde el Mesías. Elías provocó sequías y lluvias y también cruzó el Jordán, con los pies secos. El Maestro nos ha dicho que si tuviéramos la fe “como un grano de mostaza”, podríamos dejar grandes huellas en esta vida. En eso pensaba hace unas horas cuando analizaba las proyecciones de nuestra organización OEIDIH para este mes. Por supuesto, cuando se proyectan acciones para etapas futuras, siempre hay que partir de los meses o momentos anteriores.
Nuestra área de acción son los niños huérfanos, fundamentalmente aquellos que fueron arrancados de cuajo del seno de sus familias. Sin embargo a raíz de los recientes aguaceros que provocaron más de 26 muertes en los alrededores de Petion Ville, se nos acercó una organización internacional, la Organización no lucrativa Maestra Sing Hai, quienes conociendo de nuestra transparencia, nos pidieron colaboración a fin de canalizar a distribución de alimentos para las personas damnificadas de la presente temporada ciclónica. Nuestra disposición a punto, provocó que fuésemos a la frontera a recibirlos con la preciada buena nueva. La costarricense Silvia, al frente de la comitiva, nos provocó algunas noches de insomnio. Todos conocen que hay carencias alimenticias en esta nación. Eso exaspera a los famélicos protagonistas que se desprenden de esta historia, lo que desencadenó una ola de pensamientos. Al fin el reparto de alimentos. Más de 600 núcleos familiares fueron abastecidos con los diferentes productos alimenticios traídos, gracias al gesto desprendido de esas personas…
Usted me podría preguntar ¿Y qué tiene que ver esto con la fe? Pues podría decirle que mucho. La mayoría de las acciones que emprendemos en el seno de OEIDIH tienen como base nuestra confianza en el concurso del Altísimo. En un fin de semana no tenemos alimentos para dar a nuestros niños, y a la semana siguiente nos aparece alguna organización con algún recurso a fin de que no se rompa el equilibrio de nuestras acciones, ni el flujo de nuestra labor. Siempre nos sorprende el alcance de nuestra confianza en Dios, el que nunca nos ha dejado desamparados. Para que usted tenga una idea, nosotros hemos enarbolado en Haití un nuevo concepto del orfanato. Nuestros niños han visto enarbolado bien en alto la bandera de la dignidad. Sin un proyecto financiado sería imposible llegar hasta donde hemos llegado. Pero nuestro Padre no deja desamparados a sus hijos. En el momento en que recibimos la llamada desde Costa Rica para ofrecernos la donación de alimentos a los damnificados de la presente temporada ciclónica, comentábamos sobre la necesidad de que esas personas recibieran una asistencia a fin de paliar sus necesidades. Y la respuesta llegó certera, tajante y efectiva. Gracias a Dios por tanta magnanimidad. No dudamos de que en algún momento recibiremos la respuesta de que alguien es este mundo, con el corazón sensible ante las personas que deambulan por las calles sin la presencia de un padre o de una madre, nos diga. “Hemos decidido financiar el proyecto de niños huérfanos de OEIDIH” De eso no tenemos duda alguna, porque la fe mueve montañas.



MSC Arnoldo Civil

viernes, 1 de julio de 2011

करता दे रेकोनोकिमिएन्तो देल पुएबलो haitiano


Carta de reconocimiento del pueblo haitiano

Reconocimiento

La Dirección de la Organización Evangélica Internacional para el Desarrollo Integral de Haití (OEIDIH) quiere dejar constancia de nuestro agradecimiento (y de paso el reconocimiento de toda la población de Puerto Príncipe) a la organización “Maître Suprême Ching Hai” (“Supreme Master Ching Hai”) por el maravilloso gesto que han tenido con los pobres de esta nación haitiana, al canalizar a través de nuestra organización humanitaria con fines no lucrativos (OEIDIH(, la entrega de un módulo alimenticio para la alimentación una familia promedio de 7 integrantes, durante 30 días, en la cuantía de 667 familias a quienes el hambre tenía atenazados a punto de previa muerte. Es sin lugar a equívocos, un gesto que sembrará precedentes en los anales de la solidaridad humana, que Dios sabrá reconocer con creces a la hora de la valoración final de nuestra conducta ante los más necesitados.
Sirva, pues, esta misiva como vehículo de agradecimiento a todos los directivos de dicha organización, quienes contribuyeron en tan noble y humanitario gesto.
Saludos agradecidos, de,

Comité de Dirección de OEIDIH

सदम हुसेन नो एस सदम Husein



Sadam Husein no es Sadam Husein


Sadam Husein fue un líder iraquí cuyo, epílogo todos conocemos. Murió como consecuencia de la agresión que recibiera su país, y por consiguiente, su historia terminó con un tanque de agua fría (¿o un tanque de guerra?). De hecho, ahora no vengo a hablarles de ese hombre cuyo epílogo yace bajo los escombros de una invasión multinacional. Vive con nosotros, en OEIDIH, nuestra organización no gubernamental sin fines lucrativos, otro Sadam Husein que se mueve en la misma geografía, pero quizás en otra dimensión social o histórico˗ emocional ¿Por qué le pusieron ese nombre? Realmente no sabría decirlo. Tal vez inspirados por una secreta simpatía hacia el homónimo iraquí. Lo cierto es que sus padres yacen bajo los escombros de un edificio múltiple de Puerto Príncipe, que aún no ha podido ser rehabilitado. (Hay una buena cifra aún de edificaciones en las que aún nada se ha podido hacer. La fiebre “humanitarista” post sísmica de las naciones que prometieron ayuda después del 12 de enero de 2010, ha bajado por debajo de la raya roja del termómetro que mide la efectividad solidaria en este maltrecho globo terráqueo). Pero bueno, volvamos a los padres de este nuevo Sadam Husein, un adolescente haitiano, cuya vida se conserva de puro milagro. Regresaba de la escuela cuando la conmoción telúrica convirtió a esta nación, ya famosa en nuestro hemisferio, por la cronicidad de sus niveles de pobreza, en elemento permanente de primera página. Él y tres de sus amigos jugueteaban en las calles de una cuidad movida por la indiferencia y la monotonía. Nada puede deprimir tanto como una tarde en la que la basura es la misma de la semana anterior y el hambre de muchos estómagos no ha podido ser mitigada desde hace varios días. Envueltos en sus abigarrados uniformes juguetean ajenos de todo. De pronto una sacudida violenta los ha dejado envueltos en una nube de polvo. Un corre˗ corre altera el ritmo de la gente que ahora se mueve como las hormigas locas. En estampida se disparan hacia sus casas. A Sadam se le congela la vida. La gente alborotada da alaridos alrededor de un montón de escombros, bajo los cuales se hallan los suyos.
II
Sadam pasó a ser “patrimonio familiar” de una antigua vecina, amiga de la familia, quien por razones sentimentales asumió su manutención de forma definitiva. En honor a la verdad desempeñó con bastante eficacia su rol humanitario. Pero la suerte quiso jugarle una nueva mala partida. Tres meses después del sismo, ella fallece, dejando al muchacho solo en el apartamento que la finada había rentado por un año. Los dueños lo echaron a la calle. Fueron muchos los sufrimientos del pequeño, que dormía en cualquier sitio, desde donde terminaban echándolo. Así que al otro día era protagonista de una nueva aventura. Así, noche tras noche, al chico se le ocurrían nuevas inventivas para poder subsistir. Una limosnita aquí, otra allá, y lograba equilibrar el metabolismo estomacal.
III
OEIDIH, nuestra organización no gubernamental sin fines lucrativos, es un sujeto de fuerza social, porque los problemas de los niños desamparados son sus (nuestros) problemas. Por eso cuando conocimos de la penosa situación del protagonista de nuestra historia nos dimos a la tarea de localizarlo. Así que ordenamos a una de nuestros colaboradores Se Laplante, una dinámica trabajadora social haitiana, para que nos encontrara una pista que condujera el desdichado Husein. De esta manera navegamos varios días en aguas inciertas…hasta que apareció el muchacho. Uno más de montón de niños demacrados. Macilento, la ropa raída y el corazón hecho jirones, porque la vida se ha ensañado con él, jugando varias partidas en su contra. En su mente no cabía la idea de que estuviera en una casa, que un techo le prometiera una noche y un poco de calor (ambiental y humano)
No tenemos recursos para asumir el reto, pero lo tenemos entre nosotros. Compartimos nuestro pan, y la bendición de Dios con él. Hay que decir que solo al cabo de un mes hemos podido descubrirle la sombra de una sonrisa. Por las tardes juega futbol con sus correligionarios o hermanos de infortunio (¿de fortuna?). Y en ocasiones ha llegado hasta a dirigir nuestros servicios devocionales. Siempre da gracias a Dios porque le ha regalado a unos nuevos padres, de los que no quisiera desprenderse, porque no quiere volver a las calles. Le da miedo el destino incierto, del que tanto se habla. Su cuerpo se eriza solo de pensar que pudiera ir a parar en una caldera vudú o el hambre pudiera acabar con su existencia.