Un día diferente
I.-
Soy un cubano sobreviviente del sismo del 12 de enero. Vi el rostro del infierno en la tierra. Una ciudad convertida en ruinas en sólo 27 segundos. Gente como hormigas locas correr hacia todas las direcciones sin un propósito definido. Muerte… Muerte por doquier. La inmensa guadaña acababa de hacer una macabra cosecha abundante de vidas… Vi niños muertos en las aceras, aún después del tercer día, porque las fuerzas públicas no eran suficientes…Jóvenes cuya psiquis no resistió el impacto terrible, y enloquecieron.
II.-
…Exactamente 460 días después llego a Puerto Príncipe. Veo por doquier las mismas carpas… perdón, un poco más viejas; la misma miseria, la misma ansiedad en los rostros con un signo de interrogación colgándole en la mirada: ¿Cuándo saldré de esta indigencia superlativa? ¿Será posible que tan pronto se hayan olvidado de la ayuda prometida? Al pasar veo a un haitiano cabizbajo. Lleva horas sin saberse observado por nosotros (Hay alguien más conmigo). Pero la imagen que proyecta podría ser el símbolo de toda la ciudad casi en ruina total, pues el proceso reconstructivo es muy lento (Dicho sea de paso, en muchos casos, con los mismos errores cometidos anteriormente)
III.-
Como un oasis en un desierto me vino a resultar OEIDIH, una institución caritativa que aglutina a niños sin amparo filial y que es dirigida por el pastor cubano Guillermo Ezequiel Batista. Hay otras personas alrededor de él. Hoy es sábado. Alrededor de 67 niños cantan, realizan ejercicios espirituales, dan rienda suelta a la alegría que en algún sitio recóndito, el sismo les había anestesiado…adormecido…fulminado. Hay han venido desde las cinco de la mañana algunos, a quienes les parece una eternidad la hora de comienzo (9 de la mañana) Me acerco furtivamente a una de las madrugadoras, cuyo nombre por delicadeza prefiero omitir: “¿Qué te gustaría lograr a través de OEIDIH?” “Que me den comida” Pobre pequeña, en su desamparo ha olvidado el precepto bíblico:”no solo de pan vive el hombre” Pero es que hace tanto tiempo no probaba pan, que por poco la justifico. El Propósito es ambicioso. Proporcionarles educación, recreación, rehabilitación espiritual y un poco del afecto que la ausencia del contexto familiar les ha denegado. Pero son necesarias más manos para esta obra hermosa. Confiesa Ezequiel que no solo de buenas intenciones podemos echar a andar el proyecto. Hacen falta recursos, alimentos para darles a todos los niños que como aquella niña del anonimato requieren llenar sus estómagos. Hace falta recursos humanos para atenderlos y proporcionarles una mínima parte de esa atmósfera familiar que el terremoto del 12 de enero les arrebató. Y esa pudiera salir de su corazón…sí, del suyo, de usted, y también de su generosa contribución. Cuando lo haga, Dios se lo agradecerá, porque no hay ayuda que agrade más a Dios que la que les proporcionamos a los desamparados. Y si son niños, dos veces mejor. Así que no lo piense, y ponga manos a la obra.
MSC. Arnoldo Civil
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