Algo más que un aniversario
I
Son las dos de la tarea de un día cualquiera. Un niño se pasea con “su padre” por un auto a través de las intrincadas calles de Puerto Príncipe. Su nuevo papá ha decidido pasearlo a fin de alejarlo de las sorpresas que el colectivo de congéneres (huérfanos como él) le han preparado. Es su cumpleaños y su nombre es Luis Rosie. Él, atónito mira todos los contrastes de una ciudad que se hunde en la miseria de un abismo insondable. Por acá un lujoso auto que deslumbra le adelanta en la vía; por allá un pequeño mendiga “un adoquín” (moneda haitiana), después de haber lustrado el parabrisas del octavo auto, sin haber recibido una gratificación. Por un momento le llega un retazo de pensamiento que a modo de tira fílmica le asaeta el recuerdo. ”Un día él fue uno de esos… y ahora por uno de esos caprichos de la vida, que le arrancó de cuajo el calor de sus verdaderos padres, ya no tiene que realizar tan humillantes malabarismos… El auto da un giro violento porque un peatón arbitrariamente se tira a conquistar un tramo de la vía al riesgo de su vida y eso lo trae a la realidad…
II
La casa es un verdadero hervidero. Una heterogénea familia prepara afanosamente una sorpresa… La torta, la cena, los pasteles, los regalos…todo como Dios manda, para que cuando llegue Luis no descubra lo que se traen entre manos. Son muchos niños, de diferentes familias ahora integran una sola, porque el infortunio los ha unido bajo un techo común. Alguien organiza las actividades que contribuirán a sorprender al agasajado. La “madre” Yaniurka desde cualquier rincón de la casa observa con celo de su estirpe que no escape un detalle. Afuera suena el claxon. Como hormigas locas, de uno a otro lado corren los confabulados los chicos es una loca carrera contra el reloj de las emociones que se les había atrasado unos segundos… alguien lo entretiene unos segundos, en previsión de algún detalle que había quedado sin pulir. Más tarde, el baño apresurado “por la puerta de atrás” a fin de que esté a tono con la sorpresa que se está incubando.
III
…Sí amigo… Hablamos de un niño que desgajado del árbol de sus padres por la violencia sísmica del 12 de enero de 2010, que bajo los auspicios de OEIDIH, una organización no gubernamental ha abierto los brazos para albergar a una buena cantidad de niños huérfanos. Somos protagonistas de sus arranques pasionales, como el de este niño, que ya por la noche, se colgó del cuello de su nuevo padre, el Reverendo Ezequiel Batista, para darle las gracias. Porque no solo hemos querido darles la manutención ordinaria que en compromiso con la cotidianidad nos proponemos. Hemos querido darles la connotación que el contexto de una familia ellos han estado recibiendo. OEIDIH es más que un “almacén” de niños: es un centro de rehabilitación espiritual en el que la formación cristiana, la preparación para la vida y la retribución del amor perdido, que como Ave Fénix resurge de las cenizas. Así, sin recursos, solo con la colaboración amorosa de algunas personas de bien hemos echada a andar el carro de la solidaridad humana con aquellos que desprendidos de sus ramas, habían caído por el barranco de la vida. Usted puede contribuir con tan humanitario propósito. Ayúdenos con sus donativos, que no caerán en saco hueco, ni en bolsillo ajeno, porque la honestidad es nuestra estrella polar. Si alguien nos tira una balsa podremos avanzar unas millas más en nuestra frágil embarcación repleta de refugiados haitianos que ni siquiera rebasan la edad de la adolescencia.
IV
No tenemos nada. Por tanto, no “tiramos la casa por la ventana”. Lo que sí “tiramos por la ventana” es nuestro corazón, porque por la felicidad de un niño se puede dejar hasta la piel en el terreno… o regalar hasta nuestra sombra, si fuera necesario, y aún así resultaría insuficiente.
MSC Arnoldo Civil Urgellés